viernes, 3 de junio de 2016

La camioneta blanca es espaciosa y fiable, y le tengo mucho
cariño. Forma parte de mi vida. Una noche me quedé frita
leyendo un libro sobre la naturaleza del alma. Soñé con mi propia
alma, y descubrí que era una camioneta blanca, alegre, impaciente;
una camioneta que aceleraba a toda prisa -casi demasiado rápido-,
de forma imponente, flotando ligerísima sobre la carretera, sin
ceñirse a la ruta. Me parecería fabuloso tener un alma así.

Un año en los bosques, Sue Hubbell.

miércoles, 1 de junio de 2016

Como muchos de mis vecinos, soy pobre. Vivo con unos ingresos
que están muy por debajo del umbral de la pobreza
-aunque no parezca pobreza cuando el ciclamor
y el cornejo florecen a la vez-, y cuando viajo tengo que
llevar cuidado con los gastos. Pocas veces como en restaurantes,
y siempre duermo en la camioneta: estaciono en un área de
servicio, desenrollo mi saco de dormir en el asiento delantero
y ahí me quedo, más calentita y cómoda imposible. Por la
mañana me lavo los dientes en el baño del área de servicio y me
tomo el café matutino en el restaurante. Cuando viajo, la gente
apenas me dirige la palabra o se percata de mí. Soy imperceptible
en mi anonimato. {...} Es una gozada, pues puedo quedarme
sentada en una mesa del área de servicio, beberme mi café y ver
sin ser vista.

Un año en los bosques, Sue Hubbell.