Me encantaba vivir en aquel carromato de gitanos.
Me encantaba sobre todo por las noches, cuando estaba
arropado en mi litera y mi padre me contaba cuentos. La
lámpara de parafina tenía la llama baja, y yo veía los trozos
de madera ardiendo al rojo en la vieja estufa y era
maravilloso estar tumbado allí, acurrucado y calentito en mí
cama, en aquella pequeña habitación. Y lo más maravilloso
de todo era la sensación de que, cuando yo me durmiera,
mi padre seguiría allí, muy cerca, sentado en su silla
junto al fuego o tumbado en la litera encima de la mía.
Danny el campeón del mundo, Roald Dahl.
sábado, 23 de agosto de 2014
sábado, 16 de agosto de 2014
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