miércoles, 28 de marzo de 2007
Me gusta esta mujer
Wisława Szymborska
Me gusta esta mujer, me gusta su sonrisa irónica y me gusta mucho lo que escribe.
Cuando leo un poema por primera vez, siento que me llega porque lo noto en el estómago.
Y con Wisława eso me pasa con mucha frecuencia.
UNA DEL MONTÓN
Soy la que soy.
Casualidad inconcebible
como todas las casualidades.
Otros antepasados
podrían haber sido los míos
y yo habría abandonado
otro nido,
o me habría arrastrado cubierta de escamas
de debajo de algún árbol.
En el vestuario de la naturaleza
hay muchos trajes.
Traje de araña, de gaviota, de ratón de monte.
Cada uno, como hecho a la medida,
se lleva dócilmente
hasta que se hace tiras.
Yo tampoco he elegido,
pero no me quejo.
Pude haber sido alguien
mucho menos individuo.
Parte de un banco de peces, de un hormiguero, de un enjambre,
partícula del paisaje sacudida por el viento.
Alguien mucho menos feliz,
criado para un abrigo de pieles
o para una mesa navideña,
algo que se mueve bajo un cristal de microscopio.
Árbol clavado en la tierra,
al que se aproxima un incendio.
Hierba arrollada
por el correr de incomprensibles sucesos.
Un tipo de mala estrella
que para algunos brilla.
¿Y si despertara miedo en la gente,
o sólo asco,
o sólo compasión?
¿Y si hubiera nacido
no en la tribu debida
y se cerraran ante mí los caminos?
El destino, hasta ahora,
ha sido benévolo conmigo.
Pudo no haberme sido dado
recordar buenos momentos.
Se me pudo haber privado
de la tendencia a comparar.
Pude haber sido yo misma, pero sin que me sorprendiera,
lo que habría significado
ser alguien completamente diferente.
domingo, 25 de marzo de 2007
El burka de occidente
viernes, 23 de marzo de 2007
Bertolt Brecht
Este poema de Bertolt Brecht me acompaña desde que tenía 15 años (qué lejos Shichimi, y qué cerca).
Es hondo y simple a la vez, me conforta.
Podría vivir solo de esto.
SATISFACCIONES
La primera mirada por la ventana al despertarse
el viejo libro vuelto a encontrar
rostros entusiasmados
nieve, el cambio de estaciones
el periódico
el perro
la dialéctica
ducharse, nadar
música antigua
zapatos cómodos
comprender
música nueva
escribir, plantar
viajar
cantar
ser amable
Es hondo y simple a la vez, me conforta.
Podría vivir solo de esto.
SATISFACCIONES
La primera mirada por la ventana al despertarse
el viejo libro vuelto a encontrar
rostros entusiasmados
nieve, el cambio de estaciones
el periódico
el perro
la dialéctica
ducharse, nadar
música antigua
zapatos cómodos
comprender
música nueva
escribir, plantar
viajar
cantar
ser amable
jueves, 22 de marzo de 2007
La pequeña totovía
Ayer, una pequeña totovía se estrelló contra el cristal de mi furgo.
Hacía tanto viento, que a los pájaros les costaba volar. Cuatro o cinco consiguieron esquivarme (yo, poco podía hacer; podía frenar, pero no agacharme, la furgo sigue midiendo dos metros frente a un pájaro de 20 cm).
La totovía se quedo enganchada a los limpias. Cuando frene para cogerla , aún estaba viva pero con el cuello roto. Murió enseguida.
Algunos pájaros, cuando llega la época de cría, pierden las plumas del pecho para poder dar más calor a los huevos. Las plumas se quedaron en mi mano cuando la cogí.
Solo me queda el consuelo de que los dos miembros de la pareja empollan.
Ahora tengo una pequeña totovía muerta, en el congelador, esperando para dársela a alguien que ama a los pájaros y sus delicados cráneos.
Un poco rara si que soy.
lunes, 19 de marzo de 2007
Zorras y perras
Esta mañana, después de observar durante un buen rato un zorro (o una zorra) en la ladera, empecé a pensar en como el lenguaje, por mucho que algunos lo nieguen, si es sexista.
Ser un zorro está bien (eres astuto y no se te engaña con facilidad), ser una zorra no. Ser un perro viejo está bien (te las sabes todas), pero ser una perra y además vieja no.
Todos los ejemplos que se me ocurren de animales de genero femenino tienen connotaciones negativas: perra, zorra, foca, vaca, víbora, loro (en este caso se utiliza en masculino, pero se aplica, solo, a mujeres).
Puedes ser una "gatita", pero en este caso, prima la connotación de animal dulce y complaciente, cuando cualquiera que haya tenido una gatita, sabe lo fiera que puede llegar a ser si es necesario y se siente atacada.
Ah, la estupidez humana.
Ser un zorro está bien (eres astuto y no se te engaña con facilidad), ser una zorra no. Ser un perro viejo está bien (te las sabes todas), pero ser una perra y además vieja no.
Todos los ejemplos que se me ocurren de animales de genero femenino tienen connotaciones negativas: perra, zorra, foca, vaca, víbora, loro (en este caso se utiliza en masculino, pero se aplica, solo, a mujeres).
Puedes ser una "gatita", pero en este caso, prima la connotación de animal dulce y complaciente, cuando cualquiera que haya tenido una gatita, sabe lo fiera que puede llegar a ser si es necesario y se siente atacada.
Ah, la estupidez humana.
domingo, 18 de marzo de 2007
En la noche.
Se despertó en mitad de la noche con la vejiga a punto de estallar.
Consiguió salir de la cama y ponerse las zapatillas, después de rectificar un pie izquierdo en una zapatilla derecha. Vivía en esa casa desde hacía seis años, así que cuando abrió la puerta y no encontró el interruptor de la luz, se desconcertó.
Tanteó a su izquierda y creyó tocar la puerta. Agitó el brazo derecho pero no conseguía encontrar la pared. Aún dormida intentó volver a la primera referencia y entonces perdió pie.
Le dio tiempo a oírse gritar antes de caer al descansillo, golpearse la cabeza y mearse encima.
..................................................
Se levantó casi inmediatamente, tanteando, ahora si, las paredes y encontró el interruptor del piso de abajo.
Llegó hasta el baño, se secó como pudo e inició la vuelta al segundo piso con un inicio de sudor frío y una nausea acechante en la boca del estómago. La meada la dejó donde estaba, incapaz de recogerla.
A punto de vomitar, se metió en la cama, preguntándose si sería capaz de no desmayarse y sintiendo punzadas en todos los sitios donde se había golpeado. Una mano le ardía, el codo derecho no podía moverlo y la cabeza mejor no pensar en ella.
Que forma más tonta de no haberse matado, reflexiono con una pizca de lucidez, alegre de no yacer desnuda, sangrante y meada en mitad del descansillo. Y feliz de no provocar una conmoción a familiares y amigos con una muerte tan absurda e inexplicable para quien no haya leído todo lo anterior.
Consiguió salir de la cama y ponerse las zapatillas, después de rectificar un pie izquierdo en una zapatilla derecha. Vivía en esa casa desde hacía seis años, así que cuando abrió la puerta y no encontró el interruptor de la luz, se desconcertó.
Tanteó a su izquierda y creyó tocar la puerta. Agitó el brazo derecho pero no conseguía encontrar la pared. Aún dormida intentó volver a la primera referencia y entonces perdió pie.
Le dio tiempo a oírse gritar antes de caer al descansillo, golpearse la cabeza y mearse encima.
..................................................
Se levantó casi inmediatamente, tanteando, ahora si, las paredes y encontró el interruptor del piso de abajo.
Llegó hasta el baño, se secó como pudo e inició la vuelta al segundo piso con un inicio de sudor frío y una nausea acechante en la boca del estómago. La meada la dejó donde estaba, incapaz de recogerla.
A punto de vomitar, se metió en la cama, preguntándose si sería capaz de no desmayarse y sintiendo punzadas en todos los sitios donde se había golpeado. Una mano le ardía, el codo derecho no podía moverlo y la cabeza mejor no pensar en ella.
Que forma más tonta de no haberse matado, reflexiono con una pizca de lucidez, alegre de no yacer desnuda, sangrante y meada en mitad del descansillo. Y feliz de no provocar una conmoción a familiares y amigos con una muerte tan absurda e inexplicable para quien no haya leído todo lo anterior.
viernes, 16 de marzo de 2007
Los nuevos dioses y los viejos dioses.
lunes, 12 de marzo de 2007
Shichimi en la ladera
A veces, como hoy, cuando voy caminando por el monte, y miro con los prismáticos la otra ladera, para ver quizá un zorro o un corzo, me parece que podría verme caminando enfrente de mi, entre los robles.
Como también llevaría prismáticos (¿una Shichimi caminado por el monte, sin prismáticos?), quizá nos veríamos la una a la otra y nos saludaríamos con la mano. Demasiado lejos para hablar, pero quizá en algún momento podamos quedar a bebernos una botella de vino y hablar de pájaros y libros.
Como también llevaría prismáticos (¿una Shichimi caminado por el monte, sin prismáticos?), quizá nos veríamos la una a la otra y nos saludaríamos con la mano. Demasiado lejos para hablar, pero quizá en algún momento podamos quedar a bebernos una botella de vino y hablar de pájaros y libros.
domingo, 11 de marzo de 2007
Ferlosio y la racionalidad
Leo a Ferlosio en "El Testimonio de Yarfoz".
Cuando al príncipe Nébride van a visitarle los munícipes de Úriga y Múriga para exponerle que su gran proyecto hidráulico va a dejar sin agua a su gran rueda elevadora, "lejos de adoptar la disposición de quien automáticamente se prepara a la defensa, se quedó, en cambio perplejo y pensativo como quien real y sinceramente otorga todo su peso y todo su valor a las razones que otro le presenta, por mucho que contraríen sus miras e intenciones".
Y, más tarde, en el foro de gobierno de Ornimbrod, con todas las partes en litigio presentes, Acranio, otro de los personajes responde así:
"Nada parece que te importaría sacar el pleito de la circunspección, de la prudencia, de la voluntad de acuerdo, que, como cosa de honor, todos hemos tratado siempre de guardar en esta sala, y llevarte los desacuerdos y las diferencias a la calle, sin que te turbe ni por un momento el ánimo la perspectiva de extender por todas las calles de Ordimbrod y por todas las aldeas la controversia y el apasionamiento. No, Murigaño, ni tus propias canas se merecen que ahora te pongas a ofenderlas con cosas de muchacho que forma banderías populares, sacando esta querella de las competencias del derecho al alboroto de las opiniones, dando a las cosas el valor que te convenga de que el gobierno de Ordimbrod atropella los intereses de los débiles y defiende los de los fuertes, declarando sin más ni más, en fin, este litigio entre la rueda y la desecación del almarjal, no competencia de gobierno ni sustancia de controversia o arbitraje entre las magistraturas pertinentes, sino materia popular de libre opción, opinión y preferencia, abandonada al capricho de las parcialidades, sometida al azar de las amistades y las enemistades, en que la opinión de uno puede no tener otro motivo que el de ser la opuesta de la de su enemigo, o la de un barrio entero no tener más fundamento que el de ser la contaría de su barrio rival. ¡No hagamos de esto, oh Murigaño, oh Nébride, oh compañeros todos, materia alguna de de parcialidades y facciones, que el pueblo es fácil de encender pero difícil de apagar!"
Ferlosio siempre me resulta esclarecedor (o directamente incomprensible).
Y esto parece especialmente escrito para estos días.
Cuando al príncipe Nébride van a visitarle los munícipes de Úriga y Múriga para exponerle que su gran proyecto hidráulico va a dejar sin agua a su gran rueda elevadora, "lejos de adoptar la disposición de quien automáticamente se prepara a la defensa, se quedó, en cambio perplejo y pensativo como quien real y sinceramente otorga todo su peso y todo su valor a las razones que otro le presenta, por mucho que contraríen sus miras e intenciones".
Y, más tarde, en el foro de gobierno de Ornimbrod, con todas las partes en litigio presentes, Acranio, otro de los personajes responde así:
"Nada parece que te importaría sacar el pleito de la circunspección, de la prudencia, de la voluntad de acuerdo, que, como cosa de honor, todos hemos tratado siempre de guardar en esta sala, y llevarte los desacuerdos y las diferencias a la calle, sin que te turbe ni por un momento el ánimo la perspectiva de extender por todas las calles de Ordimbrod y por todas las aldeas la controversia y el apasionamiento. No, Murigaño, ni tus propias canas se merecen que ahora te pongas a ofenderlas con cosas de muchacho que forma banderías populares, sacando esta querella de las competencias del derecho al alboroto de las opiniones, dando a las cosas el valor que te convenga de que el gobierno de Ordimbrod atropella los intereses de los débiles y defiende los de los fuertes, declarando sin más ni más, en fin, este litigio entre la rueda y la desecación del almarjal, no competencia de gobierno ni sustancia de controversia o arbitraje entre las magistraturas pertinentes, sino materia popular de libre opción, opinión y preferencia, abandonada al capricho de las parcialidades, sometida al azar de las amistades y las enemistades, en que la opinión de uno puede no tener otro motivo que el de ser la opuesta de la de su enemigo, o la de un barrio entero no tener más fundamento que el de ser la contaría de su barrio rival. ¡No hagamos de esto, oh Murigaño, oh Nébride, oh compañeros todos, materia alguna de de parcialidades y facciones, que el pueblo es fácil de encender pero difícil de apagar!"
Ferlosio siempre me resulta esclarecedor (o directamente incomprensible).
Y esto parece especialmente escrito para estos días.
sábado, 10 de marzo de 2007
Cuando descubrí a Pessoa
¿Cuando descubrí a Pessoa?
No puedo recordarlo exactamente.
En el ochenta quizá. La revista Poesía editó un número especial y ahí fue.
Al principio ni siquiera entendía si era un poeta o dos o tres. Pero mi estómago no mentía.
Después la fundación March hizo un expo, pero eso fue mucho después, creo.
Busqué como loca todo lo que se hubiera editado, que era nada, o casi.
Había una traducción de Angel Crespo, una edición mínima e inencontrable. Fui a la librería Abril, en la calle Arenal. La dueña, Carmen Abril, era una tipa antipatiquísima, no te daban muchas ganas de entrar. Pero coincidió que cuando pregunté por ese libro, un visitante se interesó, porque justo esa tarde iba a ver a Angel Crespo (debían de ser todos amigos).
Con que, al cabo de unos días, no se cuantos, recibí una carta mecanografiada, (bonita palabra que ya no se usa, ni se puede usar practicamente) del susodicho Angel Crespo. En ella iba una fotocopia del libro y se interesaba por mi interés: si estaba escribiendo un libro, o una tesis o algo semejante. (No se que pasó con esa carta; la deje, junto con otras tantas cosas en casa de mi madre, y no he vuelto a saber; tampoco la he buscado).
Me sentí tan insignificante.
SOLO me interesaba Pessoa. Ni libro, ni tesis, ni algo semejante.
Le contesté (de forma manuscrita, claro), que solo era un interés literario, que había descubierto a Pessoa y ansiaba leer más.
Pero, aunque es de agradecer que me lo enviara, me quedó un regusto amargo, como si leer solo no tuviera suficiente valor, como si hubiera sido mucho más importante que mi interés fuera académico. Como si lo importante de la literatura estuviera reservado solo a los especialistas.
Es curioso, en alguna otra ocasión, alguien se ha sorprendido de que me interesase un escritor determinado, como si eso, de nuevo, fuera solo para especialistas.
Solo leo, ¿es eso tan raro?, ¿para quien escriben los escritores, para catedráticos y críticos?. En masculino, por supuesto.
No deja de asombrarme la estupidez humana.
No puedo recordarlo exactamente.
En el ochenta quizá. La revista Poesía editó un número especial y ahí fue.
Al principio ni siquiera entendía si era un poeta o dos o tres. Pero mi estómago no mentía.
Después la fundación March hizo un expo, pero eso fue mucho después, creo.
Busqué como loca todo lo que se hubiera editado, que era nada, o casi.
Había una traducción de Angel Crespo, una edición mínima e inencontrable. Fui a la librería Abril, en la calle Arenal. La dueña, Carmen Abril, era una tipa antipatiquísima, no te daban muchas ganas de entrar. Pero coincidió que cuando pregunté por ese libro, un visitante se interesó, porque justo esa tarde iba a ver a Angel Crespo (debían de ser todos amigos).
Con que, al cabo de unos días, no se cuantos, recibí una carta mecanografiada, (bonita palabra que ya no se usa, ni se puede usar practicamente) del susodicho Angel Crespo. En ella iba una fotocopia del libro y se interesaba por mi interés: si estaba escribiendo un libro, o una tesis o algo semejante. (No se que pasó con esa carta; la deje, junto con otras tantas cosas en casa de mi madre, y no he vuelto a saber; tampoco la he buscado).
Me sentí tan insignificante.
SOLO me interesaba Pessoa. Ni libro, ni tesis, ni algo semejante.
Le contesté (de forma manuscrita, claro), que solo era un interés literario, que había descubierto a Pessoa y ansiaba leer más.
Pero, aunque es de agradecer que me lo enviara, me quedó un regusto amargo, como si leer solo no tuviera suficiente valor, como si hubiera sido mucho más importante que mi interés fuera académico. Como si lo importante de la literatura estuviera reservado solo a los especialistas.
Es curioso, en alguna otra ocasión, alguien se ha sorprendido de que me interesase un escritor determinado, como si eso, de nuevo, fuera solo para especialistas.
Solo leo, ¿es eso tan raro?, ¿para quien escriben los escritores, para catedráticos y críticos?. En masculino, por supuesto.
No deja de asombrarme la estupidez humana.
viernes, 9 de marzo de 2007
Marzo
Como me gusta marzo. Casi mi mes favorito, o sin casi.
Cantan las totovías como locas. También los carboneros y los pinzones.Y vi también arrendajos, cornejas, mitos. Me dio un vuelco el corazón pensando que había oído un cuco, pero no, llegan más tarde, en abril.
Lecturas.
El viejo Lin dice: "La mejor descripción del placer de la lectura la he encontrado en la autobiografía de la más grande poeta china, Li Ch'ingchao (Yi-an 1081-1141). Ella y su marido solían ir al templo, donde se vendían libros de segunda mano y copias de inscripciones en piedra, el día que él recibía su estipendio mensual como estudiante de la Academia Imperial. Entonces compraban un poco de fruta, al regreso, y una vez en casa empezaban a pelar la fruta, y a examinar juntos las otras compras, o a beber té y comparar las variaciones en ediciones diferentes. En su esbozo autobiográfico conocido como Posdata de Chinshihlu , la poeta dice:
"Yo tengo mucha memoria y, sentados a solas después de comer en el Salón del Regreso al Casa, solíamos hacer un pote de té y, señalando a las pilas de libros en los estantes, decíamos en qué linea de qué página de qué volumen de cierta obra se presentaba un pasaje determinado, para ver quien acertaba, y el que ganaba tenía el privilegio de beber primero su taza de té. Cuando uno de los adivinaba, alzábamos muy alto la taza y rompíamos en carcajadas, tanto que a veces se derramaba el té sobre nuestros vestidos y no lo podíamos beber. ¡Qué contentos estábamos de vivir y envejecer en un mundo así!. Por eso teníamos alta la cabeza, aunque vivíamos en la pobreza y el pesar... Con el tiempo nuestra colección aumentó y aumentó, y los libros y objetos de arte se apilaron en mesas y escritorios y camas, y los gozábamos
con los ojos y con la mente, y proyectábamos y discutíamos sobre ellos, saboreando una felicidad muy superior a quienes gozan de los perros y los caballos y la música y las danzas..."
Li escribió esto en sus últimos años, muerto ya su marido, cuando era una anciana solitaria que huía de un lugar a otro, durante la invasión del norte de China por las tribus Chin".
Este último parrafo siempre me ha dejado pensativa.
Cantan las totovías como locas. También los carboneros y los pinzones.Y vi también arrendajos, cornejas, mitos. Me dio un vuelco el corazón pensando que había oído un cuco, pero no, llegan más tarde, en abril.
Lecturas.
El viejo Lin dice: "La mejor descripción del placer de la lectura la he encontrado en la autobiografía de la más grande poeta china, Li Ch'ingchao (Yi-an 1081-1141). Ella y su marido solían ir al templo, donde se vendían libros de segunda mano y copias de inscripciones en piedra, el día que él recibía su estipendio mensual como estudiante de la Academia Imperial. Entonces compraban un poco de fruta, al regreso, y una vez en casa empezaban a pelar la fruta, y a examinar juntos las otras compras, o a beber té y comparar las variaciones en ediciones diferentes. En su esbozo autobiográfico conocido como Posdata de Chinshihlu , la poeta dice:
"Yo tengo mucha memoria y, sentados a solas después de comer en el Salón del Regreso al Casa, solíamos hacer un pote de té y, señalando a las pilas de libros en los estantes, decíamos en qué linea de qué página de qué volumen de cierta obra se presentaba un pasaje determinado, para ver quien acertaba, y el que ganaba tenía el privilegio de beber primero su taza de té. Cuando uno de los adivinaba, alzábamos muy alto la taza y rompíamos en carcajadas, tanto que a veces se derramaba el té sobre nuestros vestidos y no lo podíamos beber. ¡Qué contentos estábamos de vivir y envejecer en un mundo así!. Por eso teníamos alta la cabeza, aunque vivíamos en la pobreza y el pesar... Con el tiempo nuestra colección aumentó y aumentó, y los libros y objetos de arte se apilaron en mesas y escritorios y camas, y los gozábamos
con los ojos y con la mente, y proyectábamos y discutíamos sobre ellos, saboreando una felicidad muy superior a quienes gozan de los perros y los caballos y la música y las danzas..."
Li escribió esto en sus últimos años, muerto ya su marido, cuando era una anciana solitaria que huía de un lugar a otro, durante la invasión del norte de China por las tribus Chin".
Este último parrafo siempre me ha dejado pensativa.
jueves, 8 de marzo de 2007
La familia Glass
Esta mañana, cuando paseaba por el monte, he sentido de pronto la nostalgia de no tener a la familia Glass esperándome a mi vuelta a casa. Extraño.
Podía estar Seymour, con dos pares de calcetines, o los mellizos haciendo malabares.
Pero no había nadie.
Podía estar Seymour, con dos pares de calcetines, o los mellizos haciendo malabares.
Pero no había nadie.
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