luz nublada de noviembre.
desde la ventana del taller veo a los gorriones
picotear entre la hierba.
de pronto, algo que no sé que es hace que levanten el vuelo
y se refugien en el sinforicarpo, lleno ahora de globosos frutos blancos.
pero es una falsa alarma, no hay peligro y al cabo de un rato vuelven al suelo.
me agrada que una colonia de gorriones viva en el patio.
en época de cría hacen nidos por todo el tejado
y en cuanto empieza a amanecer pian y trinan, todos a la vez.
no es un canto bonito, es ruidoso y nada armónico
pero me gusta escucharlos en sueños.
en invierno, al atardecer se concentran en el laurel
y si me acerco y hago algo de ruido porque juego con Ras o recojo la colada,
oigo como protestan, revolotean y luego se acomodan de nuevo.
mañana esparciré avena y migas de pan por el patio,
quizá nieve.