camino por la orilla del río, atardece.
entre las matas de amapolas veo un círculo blanco que destaca.
me agacho y cojo la piedra.
la observo.
con el dedo sigo la suave cicatriz que el cuarzo traza en su superficie.
me maravilla la perfección del dibujo que nadie ha dibujado, su sencillez plena.
dejo la piedra donde estaba, entre las amapolas.
sigo caminando pero, de pronto, decido volver sobre mis pasos.
cojo la piedra y la guardo en mi bolsillo.
un tesoro mínimo:
un círculo en una piedra.
3 comentarios:
no es mínimo, es perfecto!
la naturaleza tiene sus perfecciones, e imperfecciones: ambas son hermosas
¡GRACIAS!
:-)
(De la cecina no ha quedado ni rastro: no hubo tiempo para fotitos ni leches...)
Publicar un comentario