La idea -o el sueño- de que la vida puede ser, a pesar de todo, un
lugar habitable, y (¿por qué no decirlo?), hasta un hogar feliz.
Las veces en que pude gastar impunemente unos duros de vida
fuera del presupuesto.
La sospecha de que existe un lugar a donde ir, y azar es sólo el
nombre más fácil del camino.
El secreto que el arte confiesa alguna vez.
El que sabe callar.
El que no sabe.
Tu mano -que no ha existido nunca-entre las mías-que casi
lo consiguen.
Cosas, mínimas cosas que valen la paciencia y el riesgo de vivir.
(Cosas que alguna vez debieron ser reales,
puesto que las recuerdo).
José Cereijo, Las trampas del tiempo.
1 comentario:
Gracias por tus (s)elecciones, bellas.
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