al final las patatas azules, deliciosas, sí cayeron en la cena.
y unos huevos pasados por agua.
cuando fui a comer mi huevo no estaba por ningún lado.
busqué por el suelo y en ese momento me di cuenta de que mi perra había salido,
muy ligera, de la cocina.
estaba en el patio, con el huevo entre las patas
y degustándolo a mordisquitos.
(creo que nunca lo había probado).
apenas había comido un tercio así que lo compartí con ella.
eso sí, después de pelarlo.
ella lo comía con cáscara.
2 comentarios:
¡Rasmusi campeona!
Ja, ja,ja! Yo tengo dos perras y de lo que no sean capaces...
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