Escribo
pienso
leo
traduzco veinte páginas
escucho las noticias
escribo
escribo
leo.
Dónde estás
dónde estás.
Idea Vilariño, Poesía completa, Lumen.
viernes, 26 de junio de 2009
jueves, 25 de junio de 2009
Libros
Ojeo las novedades en la biblioteca.
Leo:
"Las primas ganó el Premio de Nueva Novela de Argentina, entre otros méritos, por la originalidad y fuerza de su escritura. Al abrir la plica (en Argentina las abren después de fallar el premio) resultó que la autora tenía ochenta y cinco años.
Alguien pensó que era una broma de Vila-Matas pero no.
Ya quisiera."
Me lo llevo, claro.
Las primas, Aurora Venturini, Caballo de Troya.
Leo:
"Las primas ganó el Premio de Nueva Novela de Argentina, entre otros méritos, por la originalidad y fuerza de su escritura. Al abrir la plica (en Argentina las abren después de fallar el premio) resultó que la autora tenía ochenta y cinco años.
Alguien pensó que era una broma de Vila-Matas pero no.
Ya quisiera."
Me lo llevo, claro.
Las primas, Aurora Venturini, Caballo de Troya.
miércoles, 17 de junio de 2009
una luz
el cielo esta cubierto de nubes.
de pronto se oscurece.
empieza a llover.
la suave lluvia del principio se convierte en un enorme aguacero.
el agua cae por los aleros del tejado con fuerza.
se oyen truenos.
(hay luces que pertenecen a otra época, a otro lugar: la luz de septiembre en marzo o la luz de Galicia en Madrid.)
y, de pronto, lo sé, es una certeza.
esta luz es Shangai, 1930.
de pronto se oscurece.
empieza a llover.
la suave lluvia del principio se convierte en un enorme aguacero.
el agua cae por los aleros del tejado con fuerza.
se oyen truenos.
(hay luces que pertenecen a otra época, a otro lugar: la luz de septiembre en marzo o la luz de Galicia en Madrid.)
y, de pronto, lo sé, es una certeza.
esta luz es Shangai, 1930.
lunes, 15 de junio de 2009
miércoles, 10 de junio de 2009
Los ojos de la lechuza

Entre los restos que han quedado en el río de los árboles cortados veo los ojos de la lechuza que me mira.
viernes, 22 de mayo de 2009
Este estado de mí
Este estado de mí, este estado confuso, estado vivo
esta explosión de diminutas amapolas rojas en los senos
y corazones de elefante chorreando en las manos
esta cintura verde, este silencio habitado
este sosiego lleno de musgo
este vientre dormido
con sus organismos acuáticos y cortantes
en estado de calma
hasta que una lectura o un sueño denso
o un golpe de calor o un desagüe de algas en las entrañas
me enciende la nuca y me imprime en el centro
el ímpetu feroz de masticar flores y morder
jardines botánicos
este estado de verde estado de sitio estado salvaje
que soy yo
que me invita a salir dando portazos y patadas
a los charcos de lluvia
y abofetear las nubes y tocar con el dedo
los ojos de las telefonistas
y comer helicópteros hasta poner redondo el vientre
y regurgitar por la garganta como un huevo
a los paracaidistas perdidos
y asaltar la estafeta de correos
salir con la piel despellejada de sellos
y los puños arrugados de lenguas
empuñar la locura en las residencias de ancianos
enviar plagas de chicharras a los trenes subterráneos
lanzar una sintomatología inédita a la cara de los doctores
y sacarles en camilla el corazón por la boca
y arrancar el sosiego
y atronar los campos dormidos
este pequeño animal enfurecido
este estado de sitio de sofocante nostalgia
este estado de violenta y explosiva tristeza verde
en que termino temblando aferrada a un pajarito agonizante
que cayó de la lluvia.
Susana Barragués, Los hipódromos del corazón.
Reeditando. Susana Barragués es de los poetas que no solo me da un puñetazo en el estómago sino también dos derechazos a la mandíbula.
Sin aliento.
esta explosión de diminutas amapolas rojas en los senos
y corazones de elefante chorreando en las manos
esta cintura verde, este silencio habitado
este sosiego lleno de musgo
este vientre dormido
con sus organismos acuáticos y cortantes
en estado de calma
hasta que una lectura o un sueño denso
o un golpe de calor o un desagüe de algas en las entrañas
me enciende la nuca y me imprime en el centro
el ímpetu feroz de masticar flores y morder
jardines botánicos
este estado de verde estado de sitio estado salvaje
que soy yo
que me invita a salir dando portazos y patadas
a los charcos de lluvia
y abofetear las nubes y tocar con el dedo
los ojos de las telefonistas
y comer helicópteros hasta poner redondo el vientre
y regurgitar por la garganta como un huevo
a los paracaidistas perdidos
y asaltar la estafeta de correos
salir con la piel despellejada de sellos
y los puños arrugados de lenguas
empuñar la locura en las residencias de ancianos
enviar plagas de chicharras a los trenes subterráneos
lanzar una sintomatología inédita a la cara de los doctores
y sacarles en camilla el corazón por la boca
y arrancar el sosiego
y atronar los campos dormidos
este pequeño animal enfurecido
este estado de sitio de sofocante nostalgia
este estado de violenta y explosiva tristeza verde
en que termino temblando aferrada a un pajarito agonizante
que cayó de la lluvia.
Susana Barragués, Los hipódromos del corazón.
Reeditando. Susana Barragués es de los poetas que no solo me da un puñetazo en el estómago sino también dos derechazos a la mandíbula.
Sin aliento.
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