Dime, ¿Es feliz la gente allá al otro lado de la frontera? /
¿Encuentra su amor respuesta en un veinte o un veintidós por ciento de los casos, o como aquí /
son mudos los teléfonos, corazones desiertos noche tras noche /
corazones desiertos en la última habitación del laberinto?
¿Hay en vuestro reino, entre vuestros territorios, algún lugar /
llamado Greenland o Groenlandia? ¿Son sombríos sus valles? /
¿Hay gasolineras de la compañía Shell? ¿Se acercan las mariposas
hasta las conchas amarillas? ¿Ni aún en invierno? /
¿Nunca existió allí un espía llamado Cenizas?
Dime, ¿Es feliz la gente allá al otro lado de la frontera? /
¿Nunca soñáis con cangrejos? ¿Y con niños ciegos? /
¿Os acordáis alguna vez del ciclista Tom Simpson, de cómo se asfixió en el Aubisque? ¿Que me decís de la imagen de su maillot
como una tabla de ajedrez rota sobre la gravilla? Al otro lado de la frontera, ¿protege la hoja al fruto? /
¿Hay fresas?
¿Tienen los peces abisales presentimientos/
acerca del sol? ¿Saben distinguir la palabra Luz de la palabra Sombra?
Aquellos que al tomar el tren, desaparecieron en la transparencia de la tarde, /
¿Hasta cuándo conservaron las ilusiones de que podían quedarse?
Se me ha dicho que para los pájaros no hay otro destino que el viento /
y que hay barcos que jamás alcanzan un puerto. /
Cuando vosotros habláis del destino, ¿A qué os referís exactamente? /
¿A las ventajas de un trabajo seguro? ¿Quizá a lo que se come con salsa de naranja? ¿Nunca rezáis por las caravanas del desierto?
¿Sois muchos, sois muchos los habitantes del otro lado de la frontera? /
Esta gente que veo todos los días por la calle, ¿vive allá?
Este poema es de Bernardo Atxaga y lo traigo aquí, solo, porque me gusta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario