Sostengo semillas de mandarinas en el hueco de la mano
Leves, diminutas
Las voy masticando una por una
Cierro los ojos
Por un instante germina en mí el esplendor
dorado de la fruta
Leves, poderosas
Quizá dentro de algunos años me deshaga en un numeroso
bosque
Las semillas sobrantes
las arrojo a súbitos pájaros que revolotean en una ventana
inesperadamente abierta por la escritura
Así, además, habrá canciones en el bosque
Muerte y levitación de la ballena, Rómulo Bustos Aguirre
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