Gregorovius y yo caminábamos al borde del lago.
El cielo era cada vez más gris y amenazaba lluvia.
No importa, comentó Gregorovius,
el hecho de que llueva no solo no impedirá sino que aumentará
las posibilidades de que el experimento funcione.
-Sí- contesté laconicamente.
(encuentro un pequeño papel con este texto en un libro que hace mil años que no abría.
no sé que es, no sé si lo he escrito yo o es un fragmento del único libro que conozco
en el que sale un personaje que se llame así.
en cualquier caso me gusta.
qué misterios.)
3 comentarios:
a mí también me gusta.
Y a mí.
Las casualidades cortazarianas, que nunca son realmente casualidades...
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