lejana es la voz de mi madre
llamándome a cenar, mientras yo corro a los trigales.
Estamos lejos como una pelota que ha fallado el tiro
y se va hacia el cielo, vivimos
como termómetros que se necesitan sólo cuando
los vamos a mirar.
La realidad lejana me examina a diario
como un pasajero desconocido que me despierta en medio del camino
preguntando: ¿Es ese el autobús?
y yo le digo: Sí, pero quiero decir: No sé.
No sé dónde están las ciudades de tus abuelos
que pretenden negar todos los males conocidos
tanto como los remedios a base de paciencia.
Sueño con una casa en la colina de nuestros deseos,
para ver cómo las olas del mar van dibujando
el cardiograma de nuestras caídas y amores,
cómo la gente cree para no hundirse
y cómo camina para no ser olvidada.
Lejanas son todas las cabañas en las que nos escondimos de la lluvia
y del dolor de las ciervas muriéndose ante cazadores
mucho más solitarios que hambrientos.
El instante lejano me pregunta a diario:
¿Es esa la ventana? ¿Es esa la vida? y yo le digo:
Sí, pero en realidad: No sé; no sé cuándo
van a hablar los pájaros sin pronunciar un cielo.
Nikola Mazdirov, Lo que dijimos nos persigue.
Traducción de Yolanda Castaño y Marija Petrovska.
3 comentarios:
Vives y dejas cosas atrás.. haces como que no importa, pero la memoria siempre vuelve a esos lugares y te los recuerda a traición..
Al final, quizás, no había felicidad en esos lugares, pero los recuerdos casi siempre son amables.
Encantoume este poeta. Escoiteino nun recital na Coruña, no ciclo Poetas Di(n)versos que hai no Centro Ágora.
¡Jo! Me quedo sin palabras y casi sin aliento... ¡Jo!
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