Pasaban semanas hasta que transigía,
ella contra el mundo.
Ciertamente llegaba un momento en que no le quedaba más remedio
si no quería llegar con antelación o retraso a los sitios
pero hasta que eso sucedía pasaban unos cuantos días.
Y al hilo de esto he recordado también ese extraño reloj soviético de 24 horas
que utilizó durante un tiempo.
A mi me resultó imposible saber nunca que hora marcaba
pero ella lo consultaba con soltura.
C y su extravagante conducta,
cuánto la echo de menos.
2 comentarios:
Un beso, Chichi.
muchas veces en la vida, elegimos una batalla, que puede ser absurda o no, eso es lo de menos, y es bonito ver como algunas personas la libran con dignidad por estúpida que pueda parecernos...
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