Cuando despiertes y te levantes,
y veas tu cuerpo en ese espejo de amor,
acuérdate: te estoy mirando.
Obsérvate despacio,
estudia cada uno de tus poros:
me verás, seré el testigo de tanta belleza.
Vuelve a recordar:
qué poro es el que absorbe,
cuál el que aguarda.
Resulta ridículo que, "a estas alturas de la vida",
vayamos a creer que todo esto es incierto,
una invención, solo un sueño;
no lo es. Es simplemente vida.
Nunca me escondí,
fue que estuve en un letargo,
como los osos en invierno.
Carlos Álvarez-Ude
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