sábado, 24 de noviembre de 2012

Tía en dificultades



¿Por qué tendremos una tía tan temerosa de caerse de espaldas? Hace años que la familia lucha para curarla de su obsesión, pero ha llegado la hora de confesar nuestro fracaso. Por más que hagamos, tía tiene miedo de caerse de espaldas; y su inocente manía nos afecta a todos, empezando por mi padre, que fraternalmente la acompaña a cualquier parte y va mirando el piso para que tía pueda caminar sin preocupaciones, mientras mi madre se esmera en barrer el patio varias veces al día, mis hermanas recogen las pelotas de tenis con que se divierten inocentemente en la terraza y mis primos borran toda huella imputable a los perros, gatos, tortugas y gallinas que proliferan en casa. Pero no sirve de nada, tía sólo se resuelve a cruzar las habitaciones después de un largo titubeo, interminables observaciones oculares y palabras destempladas a todo chico que ande por ahí en ese momento. Después se pone en marcha, apoyando primero un pie y moviéndolo como un boxeador en el cajón de resina, después el otro, trasladando el cuerpo en un desplazamiento que en nuestra infancia nos parecía majestuoso, y tardando varios minutos para ir de una puerta a otra. Es algo horrible.

Varias veces la familia ha procurado que mi tía explicara con alguna coherencia su temor a caerse de espaldas. En una ocasión fue recibida con un silencio que se hubiera podido cortar con guadaña; pero una noche, después de un vasito de hesperidina, tía condescendió a insinuar que si se caía de espaldas no podría volver a levantarse. A la elemental observación de que treinta y dos miembros de la familia estaban dispuestos a acudir en su auxilio, respondió con una mirada lánguida y dos palabras: «Lo mismo». Días después mi hermano el mayor me llamó por la noche a la cocina y me mostró una cucaracha caída de espaldas debajo de la pileta. Sin decirnos nada asistimos a su vana y larga lucha por enderezarse, mientras otras cucarachas, venciendo la intimidación de la luz, circulaban por el piso y pasaban rozando a la que yacía en posición decúbito dorsal. Nos fuimos a la cama con una marcada melancolía, y por una razón u otra nadie volvió a interrogar a tía; nos limitamos a aliviar en lo posible su miedo, acompañarla a todas partes, darle el brazo y comprarle cantidad de zapatos con suelas antideslizantes y otros dispositivos estabilizadores. La vida siguió así, y no era peor que otras vidas.

Historias de cronopios y famas, Julio Cortazar.

barcos por las ventanas

hay días en los que el río se ve azul.
los barcos que van y vienen
hacen sonar bocinas como quejas
de fumadores. yo me asomo siempre.
qué creo que voy a ver.
veo un triángulo de río entre dos edificios.
si tengo suerte, si fui veloz, llego
a ver el barco. a veces me parece que es
siempre el mismo. si va al puerto,
debo moverme de ventana. si va al puente,
lo pierdo. no sé qué creo
que voy a ver. no sé qué espero
cuando me pongo de pie y persigo
con los ojos los barcos por las ventanas.

sacado de aquí (fascinante descubrimiento).

martes, 20 de noviembre de 2012

no hemos aprendido nada del barro


imagina tus manos vacías
saber que todo lo que tienes cabe en un puño

imagina dejar de pensar en huir
mirar a tu alrededor y ver sólo ventanas

imagina no ser invisible a los ojos de los árboles
una lluvia muy fina
todo ese silencio
toda tu tristeza intacta

y los insectos mojados no hacen ruido
y la fotosíntesis no hace ruido
piensas

imagina un bosque
a veces desaparecer no depende de nosotros
a veces nos desaparece la oscuridad

imagina ramas rotas

bkbono

viernes, 16 de noviembre de 2012

Gregorovius y yo caminábamos al borde del lago.
El cielo era cada vez más gris y amenazaba lluvia.
No importa, comentó Gregorovius,
el hecho de que llueva no solo no impedirá sino que aumentará
las posibilidades de que el experimento funcione.
-Sí- contesté laconicamente.



(encuentro un pequeño papel con este texto en un libro que hace mil años que no abría.
no sé que es, no sé si lo he escrito yo o es un fragmento del único libro que conozco
en el que sale un personaje que se llame así.
en cualquier caso me gusta.
qué misterios.)

miércoles, 14 de noviembre de 2012

insectito dorado

Jugar con un insectito dorado. Poner los dedos
en escalera y que el insectito trepe y suba y justo cuando llegue a lo
más alto poner voz de micrófono y decir: "Preparada pista
de despegue intergaláctico. Empieza la cuenta atrás: diez, nueve, ocho, siete,
seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno, despegamos" y que
justo en ese momento y no en otro el insectito abra las alas
y salga volando.
Felicidad!

(encontrado en unos viejos papeles. y sí, sucedió exactamente así.)

martes, 13 de noviembre de 2012

Ruego en la noche

Oye ahora mi ruego de esta noche, lo que te
pido es tan poco:

un silbido de viento en el tejado para ir hacia el
sueño lentamente.

Sólo eso y acaso la ocurrencia de alguna palabra
antigua desprendida del recuerdo fugaz de aquellos
días.

Manuel Garrido, Tu voz en mi jardín.

domingo, 11 de noviembre de 2012

memoria de un desalojo futuro

no duele el vacío de una casa recién comprada
ni el de una maleta que alguien baja del altillo

no sabe el vacío de nuestros pies desnudos
siempre a punto de saltar
ni un revisor del niño
que viaja sin billete bajo el asiento de su padre

no pesa el pájaro en las ramas donde no hace nido
ni en el sueño olvidado de una siesta
ni pesa la curva negra de hormigas
bordeando un charco del que ninguna bebe
a pesar de este agosto también negro

no se detienen los murciélagos
para tomar impulso
no han aprendido a volar en formación
después de tantos siglos
de tantas antenas
de tanto tendido eléctrico
no han aprendido los nombres de las calles
ni tu nombre por más que yo lo grite

no están los días para echar en falta la niebla
ni a los caballos que nunca trajo la niebla

Isabel Bono

(aunque no lo vayas a leer, felicidades bk.)