jueves, 28 de mayo de 2020

Atardece

Atardece y los vencejos vuelan sobre mí, entre ellos se ve algún avión con su vientre blanco.

Ayer corté la hierba por sexta vez y ya saqué la sombrilla. Hoy he limpiado la zona del microhuerto pero no voy a poner nada, lo he intentado mil veces pero no se me da nada bien, mi alma es recolectora y nómada, plantar no es lo mío.

Los gorriones no paran con su cháchara, es la hora en la que deben de contarse su día.
Y se escuchan de nuevo los coches, el silencio de la cuarentena era un regalo temporal.

Me gustan estos atardeceres largos, son casi las diez y aún puedo leer.
Los vecinos ya han vuelto con las vacas y también con las ovejas.
Los gorriones empiezan a callar, se recolocan en el laurel, a ratos un aleteo, una discusión y de pronto el silencio.

Es hora de recogerse.