viernes, 26 de febrero de 2010

jueves, 25 de febrero de 2010

miércoles, 24 de febrero de 2010

cielos nubes árboles charcos

insomnio

son las siete, es de noche.
bebo té.
miro por la ventana la oscuridad de fuera.

desvelada desde quizá las cuatro,
mis pensamientos dan vueltas en torno a lo que me ocupa (y preocupa).

pero luego saltan libres y ligeros por otras latitudes.
me gusta cuando eso sucede.

poco antes de levantarme oigo cantar a los gallos.
me gusta cuando los oigo.
me producen una sensación que no sé explicar muy bien, como de veranos de infancia feliz.
(el domingo pude ver en cine y en versión original Mi vecino Totoro.
veranos de infancia feliz.)
es un poco absurdo, lo sé, los gallos también cantan en los desastres.
pero.


miro por la ventana.
bebo té.
Ras se acerca para que la acaricie.
cantan los gallos.
voy a desayunar.
amanece.

sábado, 20 de febrero de 2010

En casa

Cocino para mí.
Lavo un puerro, lo troceo.
Lo estofo con fenogreco y comino.
Añado espinacas, pollo en tiras, un poco de shichimi togarashi (me añado), sal.
Hago una ensalada.
Rúcula, espinacas, pimiento (sorprendentemente rico), aguacate, sésamo.

Recibo dos llamadas de Francia mientras como.
Digo que sí, a las dos.

Pronto empezaré a viajar.


Y te echo de menos.

viernes, 12 de febrero de 2010

Y de pronto anochece

Cada uno está solo
sobre el corazón de la tierra
traspasado por un rayo de sol:
y de pronto anochece.

Salvatore Quasimodo

domingo, 7 de febrero de 2010

sobre gustos...

me gustan las tempestades.


voy a sembrar vientos...

sábado, 6 de febrero de 2010

Nada queda de nuestro palomar blanco...

Nada queda de nuestro
palomar blanco, donde
sentimos el primer
vértigo nada queda
del almendro en el que
imaginábamos lianas
y éramos dos tarzanes nada queda
de la tapia que el mundo dividía
en territorio apache
y en territorio sioux nada queda
del cuarto de las ratas
que olía a viejas historias y tampoco
queda nada me han dicho
de la terraza ni de la
galeria de cristal donde el sol en invierno
se acurrucaba como un gato nada
queda de la escalera
de caracol ya nada
del jardín con castaños con acacias
con ¿qué? donde aprendimos a montar
en bicicleta nada
queda de nuestra casa
primera
Hay una valla
y detrás nada, los expertos
han medido el terreno con sus metros cuadrados
con sus gafas cuadradas han aojado el terreno
con sus zapatos negros han sumado la tierra
de nuestra infancia que hoy no tiene
dónde meterse:
está prohibido
el paso a los ajenos a la obra.

Anibal Nuñez

viernes, 5 de febrero de 2010

paisaje de infancia

Han talado la acacia.

El jardín me parece muy pequeño pero los árboles han crecido mucho (puedo recordar cada piedra del jardín, cada árbol).
También hay árboles nuevos.

No he visto el ciruelo que tanto quería ni el chopo enorme que era mi casa (ese mismo chopo en el que estaba cuando pensé: querría tener siempre nueve años) pero la valla recubierta de hiedra no me dejaba ver mucho.

La casa está casi igual aunque han añadido un horroroso cerramiento de
aluminio dorado en el porche del salón.

El porche de la cocina sí es el mismo en el que desayunábamos en verano, felices desayunos de la infancia.

La tumba del primer perro que tuve está debajo del asfalto.

Hay avisos por todas partes de que está conectada la alarma.


No he querido demorarme mucho, alguien que ronda una casa siempre es sospechoso.
Aunque sea alguien que pasó allí toda su infancia.


Melancolía.

jueves, 4 de febrero de 2010

?

se me hace raro

me hace raro

*

*

*

raro