jueves, 28 de junio de 2007

Deus ex machina

Ayer, mientras me duchaba, una araña pequeña subía y bajaba por su tela delante de mi. La pared estaba húmeda y al final cayó al agua.

Conseguí pescarla y la puse sobre el lavabo. Pero, en realidad, seguía metida en un charco, el del agua de mis dedos, y seguía hecha una bola informe (sobre todo para mi que estaba sin gafas).

Fui a por las gafas y con sumo cuidado la puse sobre una toalla. Esto la hizo revivir. Extendió sus patas y empezó a palpar a su alrededor. Estaba un poco mareada, daba vueltas un poco ebrias.
Y empezó a secarse cada una de sus patas y a palparse como si no estuviera segura de su estado.


¿Podrá una araña sentir cierta perplejidad ante un suceso así,
una intervención de algo desconocido que la transporte del agua que la ahoga a un lugar seguro?.

Me lo pregunto.

martes, 26 de junio de 2007

Nadar contracorriente

Cuanto más te dejas fluir, más tienes que nadar contracorriente para volver al sitio de donde saliste.

(Reeditando el post de ayer.)

lunes, 18 de junio de 2007

Morphine

Hacía mucho tiempo que no los escuchaba. Pero, el otro día, de pronto, sentí que era lo único apropiado.

Su sonido es áspero y descarnado, nada complaciente. Lástima de inglés, creo que sus letras también me gustarían.

Su cantante y fundador, Mark Sandman, murió durante una actuación.

Lo más apropiado.

viernes, 15 de junio de 2007

Trenes perdidos

Hacernos dignos del placer infrecuente ya es una recompensa.
No merecemos a menudo esa suerte de halago,
y por ello, si el placer condesciende en nosotros
-como siempre sereno, violento como siempre-,
debemos de saber apreciar su excepción, y serenos, violentos
habitarlo, como una escapatoria decisiva.

Pero también por ello-porque no se acomoda
a esa urgencia con que a veces solemos perseguirlo-,
hay un placer malsano en permitir que ese placer se arruine,
en asistir a nuestras ocasiones fracasadas tal vez,
en no tomar los trenes de las vidas ya irrecuperables.

Es un placer contrario, un oscuro placer que desperdicia un cuerpo,
o permite que un viaje no se inicie jamas,
un placer que disipa la noche permaneciendo al margen.
Es un placer lujoso y en todo semejante a una condena.



Este poema es de Carlos Marzal, de su libro "La vida de frontera".
Directo al estómago.

De volver

A veces, no apetece volver.
No siempre, depende de quién o qué te espere a la vuelta.

Y, también, de la intensidad de lo vivido.

Releo a John Berger:

"Cuanto más profunda sea la experiencia de un momento, mayor será la acumulación de experiencia. Por esta razón, el momento es vivido como más largo. Se logra detener la disipación del paso del tiempo. La duración experimentada no es una cuestión de longitud, sino de profundidad o densidad. Proust lo entendió muy bien.

No se trata solamente de una verdad cultural. En la naturaleza encontramos un equivalente de ese aumento de la intensidad del tiempo vivido en esos días de primavera y principios del verano, en los que la lluvia y el sol se suceden en una continua alternancia, cuando las plantas crecen de un modo visible, varios milímetros o centímetros al día. Estas horas de espectacular crecimiento son inconmensurables si se las compara a las horas del invierno, cuando la semilla yace inerte en la tierra."

Pues eso.

jueves, 7 de junio de 2007

Irse

Irse, volver,
volver a irse.
Carreteras y fronteras.
Kilómetros.

Con todas las expectativas y con ninguna.

Viajes...