sábado, 25 de febrero de 2012

Lady Violet y los fines de semana

Leo en En casa, una breve historia de la vida privada de mi adorado Bill Bryson, que el término weekend, en inglés, no está documentado hasta 1879 momento en que aparece en la revista Notes & Queries en la siguiente frase:
"En Staffordshire, cuando una persona se va de casa el sábado por la tarde,
al finalizar su jornada laboral, para pasar la noche del sábado y el domingo siguiente
en compañía de amigos a cierta distancia, se dice que está pasando su weekend
en casa de fulanito de tal". Incluso así, y de forma muy clara, únicamente indicaba el sábado por la tarde y el domingo, y solo para determinada gente. No fue hasta la última década del siglo XIX cuando todo el mundo comprendió el concepto, aunque no todo el mundo empezó a disfrutarlo (…).


Ahora me explico por qué Lady Violet Grantham en la serie Dontown Abbey (serie que me fascina) dice en un momento determinado:
-fin de semana ¿qué es un fin de semana?

lunes, 20 de febrero de 2012

leyendo a Bryson

También me enteré de la graciosa historia de la señora Lillian O'Donahue, que era operadora de teléfonos allí antes de que se inventaran los teléfonos automáticos. 
 En Carnarvon, carretera arriba, había una gran antena de satélite que la NASA utilizó hasta los años setenta para rastrear las naves espaciales cuando pasaban por el Océano Indico. 
 En 1964, durante una misión, se cortó la comunicación entre la antena de Carnarvon y una estación de rastreo cercana a Adelaida, y todos los mensajes tuvieron que pasar por la señora O'Donahue y su anticuado equipo. 
 La señora O'Donahue estuvo una larga y calurosa noche ante su centralita registrando cuidadosamente mensajes en clave de un puesto fronterizo y pasándolos a otro. 
Cada vez que la nave Geminis pasaba sobre los cielos meridionales, el destino de la misión - esto me encanta- quedaban en las devotas manos de una modesta ancianita sentada en un rincón polvoriento de una pequeña casita blanca de la costa oeste australiana. 
Ganó seis dólares por horas extras, me dijo Mike. Eso también me encantó. 

En la Antípodas, Bill Bryson.

(estoy en una fase Bryson total. me estoy leyendo todos sus libros traducidos (En las antípodas, Una breve historia de casi todo (para ser breve tiene 500 páginas), En casa, una breve historia de la vida privada, Shakespeare) y me encanta la mezcla de erudición, entusiamo, sentido del humor y conocimientos inútiles que proporciona. un gran descubrimiento, sí.)

viernes, 17 de febrero de 2012

momentazo


mi perra peluda conoce varón ¡válgame!
¿alguien quiere perritos?

viernes, 10 de febrero de 2012



-¡Que el jurado considere su veredicto! - ordenó el Rey, por centésima vez aquel día.
-¡No! ¡No! -protestó la Reina-. Primero la sentencia... El veredicto después.
-¡Valiente idiotez! -exclamó Alicia alzando la voz-. ¡Qué ocurrencia pedir la sentencia primero!
-¡Cállate la boca! -gritó la Reina, poniéndose color púrpura.
-¡No quiero! -dijo Alicia.
-¡Que le corten la cabeza! -chilló la Reina a grito pelado.
Nadie se movió.

Alicia en el país de las maravillas, Lewis Carroll.

miércoles, 1 de febrero de 2012

adiós Wisława



 UNA DEL MONTÓN

Soy la que soy.
Casualidad inconcebible
como todas las casualidades.
     
Otros antepasados
podrían haber sido los míos
y yo habría abandonado
otro nido,
o me habría arrastrado cubierta de escamas
de debajo de algún árbol.
     
En el vestuario de la naturaleza
hay muchos trajes.
Traje de araña, de gaviota, de ratón de monte.
Cada uno, como hecho a la medida,
se lleva dócilmente
hasta que se hace tiras.
     
Yo tampoco he elegido,
pero no me quejo.
Pude haber sido alguien
mucho menos individuo.
Parte de un banco de peces, de un hormiguero, de un enjambre,
partícula del paisaje sacudida por el viento.
     
Alguien mucho menos feliz,
criado para un abrigo de pieles
o para una mesa navideña,
algo que se mueve bajo un cristal de microscopio.
     
Árbol clavado en la tierra,
al que se aproxima un incendio.

Hierba arrollada
por el correr de incomprensibles sucesos.
     
Un tipo de mala estrella
que para algunos brilla.

¿Y si despertara miedo en la gente,
o sólo asco,
o sólo compasión?
     
¿Y si hubiera nacido
no en la tribu debida
y se cerraran ante mí los caminos?
     
El destino, hasta ahora,
ha sido benévolo conmigo.

Pudo no haberme sido dado
recordar buenos momentos.
     
Se me pudo haber privado
de la tendencia a comparar.
     

Pude haber sido yo misma, pero sin que me      sorprendiera,
lo que habría significado
ser alguien completamente diferente.



adiós Wisława, que la tierra te sea leve.