viernes, 9 de agosto de 2013

camping de los holandeses

vuelvo sola, después de mucho tiempo
al camping de los holandeses.

me cruzo con la holandesa que viene andando.
al principio noto que no me reconoce,
después me sonríe e intercambiamos charla.
me cobra.
siete euros cincuenta.
no es caro para ser, casi, el paraiso.

solo hay unos chicos en una autocaravana.
el resto está vacío, verde, segado.
solo la separación entre las parcelas está sin segar,
hay robles inmensos.

tardo en encontrar el emplazamiento,
la furgo queda inclinada todo el tiempo.
al fin lo consigo, en un sitio que nunca había utilizado.

abro una botella de vino y leo,
John Irving, Personas como nosotros.
me gusta John Irving aunque a veces se me olvida.

me preparo la cena, judías verdes.
(en algún momento tengo que escribir 
un encendido elogio de las judías verdes,
que no se me olvide.)

anochece y ya no puedo leer más.
entonces recuerdo.

y es sorprendente que un lugar
en el que tampoco he pasado tanto tiempo
tenga esta carga inmensa de recuerdos,
que pueda asociarlo a tantos momentos de mi vida.

es noche cerrada.
el cielo esta inmensamente lleno de estrellas,
casi da vértigo.
no hay ninguna luz,
solo una luciérnaga que brilla entre la hierba.

duermo.

hoy sin sueños.

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