Al principio de conocernos jugábamos al wari constantemente.
Lo dibujábamos en un papel o en un cartón y buscábamos piedritas que hicieran de semillas.
Muchas veces al sol, mientras bebíamos cañas delante del bar de Amparo.
Después le regalé uno de madera y seguimos jugando.
Casi siempre me ganaba ella pero yo no caía en la desesperación.
Luego dejamos de jugar, casi me cuesta recordar las reglas.
Esta mañana encontré ese wari de madera detrás de unos libros.
Se me ha hecho un nudo en la garganta, nunca más jugaremos al wari, ella ya no está aquí.
Luego he procurado pensar en otra cosa, no es bueno empezar así el día.
2 comentarios:
Es difícil decir nada sensato o constructivo ante el dolor de la pérdida, ante el frío escalpelo de la ausencia, Schichimi. Tampoco el consuelo de saber que es una sensación desgraciadamente compartida por todos en algún momento de nuestras vidas. Arroja éstas mis palabras si acaso a la hoguera donde arden los objetos viejos y, si desprenden algo de calor, con eso ya me habré conformado.
Beso soplado
Recojo ese calor y me caliento.
Gracias, Alfonso.
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