miércoles, 27 de enero de 2010

Tarde

No las ramas desnudas de diciembre,
ni la calle mojada, ni esas nubes
que una gran mano indiferente lleva
lo mismo que las trajo, ni las luces
en tal o cual ventana, siempre lejos:
no es eso lo que ves, sino a ti mismo.
Tarde deshabitada e inclemente,
y no más que la noche a su final.

José Cereijo

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