lunes, 29 de septiembre de 2008

27 de septiembre

El año pasado, por estas fechas, le llevé moras cuando bajé a verla.
400 km con un puñado de moras en el bolsillo para que pudiera comerlas, ella ya no podía ir a buscarlas.

No le gustaba vivir en la ciudad, donde no se pueden ver las estrellas, ni la luna, ni hay bosques y las tormentas no tienen ni la mitad de gracia.

Le hubiera gustado vivir en el campo y tener muchos gatos, y desayunar al sol y ver atardecer sobre el horizonte.


Y no ha podido ver los árboles rojos de este otoño que empieza.


Para Pepa, mi madre, in memoriam.
Que la tierra le sea leve.

Y enciendo una lamparilla de aceite, como ella hacía los 1 de noviembre.

2 comentarios:

mgab. dijo...

pero ella se habrá ido con el recuerdo de tu puñado de moras en el bolsillo: eso vale por millones de árboles rojos, y millones de gatos, y...

arponauta dijo...

(un abrazo enorme. a mi mami le encantaban las moras también.)