veo la ciudad con ojos un poco extranjeros.
constato que la nieve deja pronto de ser bonita en la ciudad.
constato que la gente es más lectora en el metro que en el autobús.
me sorprendo al encontrar al mismo camarero en el mismo bar, veinte años después.
me sorprende que la librería a la que acudía con frecuencia siga abierta y siga siendo tan buena librería.
agradezco los gestos de afecto.
me desconciertan las muestras de ¿irritación?.
constato que las cañas de Madrid siguen siendo igual de buenas.
me reconcilio un poco con esta ciudad.
no quiero quedarme.
no quiero irme.
4 comentarios:
La turra troglodita de la Elena pide disculpas (púbicas) por el borderío de la última noche, que seguro engrosa esas desconcertantes muestras de irritación.
Feo, feo.
Lo que hace el cansancio y la falta de educación...
Dice que la próxima vez volverá a ser encantadora.
Eso dice.
;-)
(Verificación: "untiendi", para que lu untiendamos como es debido...)
¡múdate a medio camino! ¿Segovia? ;-)
te comprendo perfectamente. Yo también disfruto de un madrid familiar, en Vallekas, con todas sus peculiaridades.
No quiero quedarme, no quiero irme.
Mi isla me espera.
Abracitos
Siempre puedes mirarte en los espejos del Callejón del Gato y dejar que ese reflejo de ti misma se quede en la ciudad mientras tu otra parte se va. Así siempre estarías en ambos lados del espejo...Un abrazo
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